Testimonio Cristina
Cuando conocí a la doctora Ana Suarez y la forma en que trabajaba, ya me planteaba el parto natural y respetado como futura opción. Por aquel entonces, yo andaba buscando mi primer embarazo, que tardaba en llegar. Finalmente llegó, pero terminó en una pérdida gestacional. Poco después llegaba mi siguiente embarazo, y con él mis miedos a que se repitiera la experiencia anterior. Pero poco a poco se fueron disipando, gracias a la atención recibida por parte de todo el equipo de ginecólogas, y logré vivir mi embarazo con tranquilidad.
Lo que me decidirme por el parto natural, fue la bajada progresiva de plaquetas que tuve, puesto que había muchas probabilidades de no poder optar por anestesia epidural (aunque no se sabría con exactitud hasta el mismo día del parto). Lo que tenía muy claro, es que quería que mi hijo naciera en un entorno tranquilo, seguro, que se respetara el proceso natural del parto, que se me informara y se me tuviera en cuenta, y pudiera decidir en cada momento.
Llegó el día del parto, en el momento menos oportuno y esperado, pues rompí la bolsa la madrugada de un viernes, horas después de tener que despedirme de mi perrita de 11 años. Estaba dcansada y destrozada pero mi pequeño quería salir antes de Tiempo para alegrarnos la vida y tuve que concentrarme en él. Comenzaron unas primeras contracciones que logré aliviar en casa con los consejos de Patricia. A la mañana siguiente, nos citó para monitores, todo estaba bien, pero el trabajo de parto no comenzaba. Volví a casa y a la tarde ingresé para que me indujeran el parto. No era lo que yo había querido, pero no había otra opción, con la bolsa rota el tiempo corría en nuestra contra. Aún así, estaba tranquila porque sabía que estaba en buenas manos. La inducción fue con Propess, la dilatación era muy lenta y dolorosa, por la posición del bebé. En la noche del sábado, apenas había dilatado y el dolor se me hacía insoportable. Patricia llegó y bajamos a la sala de parto natural. Ella y mi pareja me animaron a probar distintas posiciones para aliviar el dolor, la bañera, la liana, entonox…pero no lo pude soportar. Patricia me orientó y me explicó que si decidía ponerme epidural (finalmente se valoró que era posible), se podría parar el proceso de parto, y quizá tendrían que administrarme oxitocina (todo lo que yo no quería…), pero sentía que no iba a poder aguantar muchas horas así, al ritmo que iba. Por ello, pedí anestesia epidural. A partir de ahí, el dolor remitió y me dio una tregua para coger fuerzas. Pude incluso dormir durante la dilatación. Patricia venía cada cierto tiempo con sumo cuidado para no romper la tranquilidad del ambiente que habíamos creado con luz tenue, la música que había elegido para relajarme, el olor a lavanda…Y finalmente, en el expulsivo, aun con la epidural, era capaz de sentir las contracciones y poder empujar para ayudar a mi pequeño a salir. Ella y mi pareja me fueron animando, pude ver por el espejo cómo iba asomando su cabecita, incluso tocarla. Ya no quedaba nada…y por fin nació mi hijo, en la mañana del domingo. Solo unos segundos tardaron en ponerlo en mi pecho, porque venía con vuelta de cordón, y allí sobre mí me miró, y me parecía mentira tenerlo entre mis brazos.
Tengo que decir, que sí, no todo ocurrió esperaba pero por suerte, estaba en manos de un gran equipo, y puedo decir que, a pesar de las horas, el dolor y todos los contratiempos…mi parto fue precioso.
Gracias a todos los profesionales que me atendieron. A Patricia por el cariño y cuidado que pone en su trabajo. A mi pareja por darme la fuerza que necesitaba. A la doctora Suarez y todas las personas que me cuidaron los días posteriores.