Paloma
Hoy hace un mes y medio de una de las experiencias mas increibles de mi vida.
Hoy hace un mes y medio que Guille llego a nuestras vidas de una forma calmada y natural.
Después de un primer parto con epidural, sin sentir absolutamente nada, con una episotomia y una enfermera subida en mi barriga para «ayudarme» a empujar, tuve muy claro al quedarme embarazada de nuevo cómo no queria que fuese mi segundo parto. A traves de una amiga conocí la unidad de parto natural y decidí seguir mi embarazo con ellas. Hablando con mi amiga de su experiencia, leyendo las historias de otras mamis en facebook y sobre todo, despues de conocer a Silvia, las instalaciones, y de más de una hora de conversación sobre como entendian ellas el parto, ya no tuve ninguna duda de que asi era como queria que fuese la llegada de Guille: de una forma lo más natural posible donde se nos respetaría e informaría en todo momento.
El dia que salia de cuentas tenia cita en monitores y Silvia ya me adelantó que probablemente ese dia o al dia siguiente me pondria de parto, pero que esto no era una ciencia exacta. Pero acertó, y dos horas despues de salir del hospital empezaron las contracciones. Esta vez eran mas dolorosas y frecuentes que en mi primer parto, asi que después de una hora y de haber roto aguas, llame a Marina. Quedamos en el hospital dos horas despues, pero después de hablar Marina con la doctora (me tenian que poner antibiotico porque mi exudado habia salido positivo y se imaginaban que mi parto iba a ser muy rápido) y de que las contracciones pasaran a ser mas dolorosas y cada 3 minutos, Marina nos dijo que salieramos ya para el hospital. Alli nos recibió y estuvimos primero en monitores y enseguida pasamos a la sala de parto. Elegimos la morada, Marina preparó la pelota y me puso un algodon impregnado en lavanda. La luz era tenue y pusimos musica relajante. Con los ojos cerrados, iba alternando entre sentarme en la pelota y caminar por la habitación, libertad absoluta para hacer lo que en cada momento me iba pidiendo el cuerpo. Kike me daba masajes en los riñones y me animaba constantemente. Marina nos acompañaba, pero siempre en un segundo plano. Yo no era consciente de su presencia hasta que notaba una mano en mi espalda que no era la de Kike o cuando me daba palabras de animo. También tenian razón cuando sospechaban que mi parto iba a ser rápido, porque dos horas después de haber llegado ya estaba de 7 cm. Marina llenó la bañera y llamó a la doctora, y justo en ese momento yo sentí unas ganas tremendas de empujar… Me metí en la bañera y entonces las ganas se hicieron irresistibles, Guille no podía esperar más. De rodillas y apoyada en uno de los lados de la bañera empecé a empujar mientras Kike y Marina me animaban. Marina puso un espejo para que pudiese verlo, pero las ganas de empujar me absorbieron completamente. En tres empujones Guille llegó al mundo mientras su padre podía ser testigo de todo el proceso. Kike y Marina me ayudaron a sentarme en la bañera y pusieron al peque en mi regazo. En menos de 20 minutos había pasado de tener una dilatación de 7 cm a tener a mi niño en brazos… ¡¡Tan rápido que a la doctora y a la pediatra no les dio tiempo a llegar!! Una vez allí, la doctora comprobó que el cordón había dejado de latir y le dio las tijeras a Kike para que fuese él el que cortase el cordón. Momentos después volvieron las contracciones y en dos empujones más salió la placenta. Marina nos la enseñó y noa explicó que parte era la que estaba en contacto con mi cuerpo y cual la que estaba del lado del bebe. En todo momento Guille siguió en mi regazo, y ahí fue donde le examinó la pediatra. Tras comprobar que todo estaba bien, Kike cogió a Guille y Marina y la doctora me ayudaron a darme una ducha rápida. Una vez en la cama, Guille volvió a mis brazos, y después de coser el pequeñito desgarro que tuve, el equipo nos dejó solos a los tres para que pudiésemos disfrutar del nuevo miembro de la familia. Ese respeto también lo vivimos cuando nos subieron a planta, y por poner un ejemplo, la ginecóloga de planta me examinó al día siguiente mientras Guille dormía encima de mi.
Al día siguiente recibimos la visita de la doctora y de Marina para ver qué tal íbamos. Y ese trato personalizado tampoco acabó ahí, sino que unos días después de dar a luz, Marina vino a vernos a casa. Por todo esto no podemos mas que estar agradecidos a todo el equipo, gracias por todo, por vuestro cariño, vuestra profesionalidad, por hacernos sentir tan cómodos en todo momento y por hacer que el nacimiento de Guille haya sido una experiencia increíble.