Cristina
Mi hijo Dídac va a cumplir tres meses y no hay ni un solo día en el que no rememore su nacimiento y la extraña amalgama de emociones que sentí en ese momento: orgullo, miedo, felicidad, extenuación…
Yo siempre había concebido un parto como un peaje horrible pero necesario para que un bebe viniera al mundo, cuando me quedé embarazada decidí simplemente no pensar en ello. Pero a medida que los meses avanzaban tuve que asumir que ese momento iba a llegar y que debía prepararme. Entonces visité hospitales, visualicé videos, leí experiencias, y cuanta más información tenía peor me sentía.
Cuando me encontraba de 32 semanas acudí a la consulta de la Dra. Ana Suárez en el Hospital Nuevo Belén, ahí comencé a ver las cosas de otra manera. Además en las clases de preparación al parto nos hablaron de este equipo como referente de parto respetado. Después de conocer las instalaciones del área de Parto Natural y a Silvia, la matrona, mis dudas se disiparon. Su filosofía acerca del respeto a la mujer, a su cuerpo, a sus tiempos, etc… superaba mis expectativas, ni siquiera necesité presentar un plan de parto.
Una noche de mi semana 39 empecé a encontrarme extraña y llamé la Silvia, le expliqué lo que me pasaba y me tranquilizó muchísimo, el parto estaba lejos todavía. En los días siguientes estuve en contacto permanente con Silvia, lo cual me evitó innecesarias visitas a Urgencias. Durante ese tiempo tenía contracciones de forma muy irregular, hasta que una tarde acudí al Hospital donde Silvia me confirmó que estaba comenzando a dilatar. Así que nos fuimos a casa, cenamos, vimos una serie de TV, cogimos la bolsa con la ropa y el refrigerio y nos fuimos al hospital. Cuando llegué estaba de 4 cms.
La noche transcurría lentamente y la dilatación también, como llevaba varias noches sin apenas dormir estaba muy cansada y pedí la epidural. Me hizo un efecto instantáneo y pude dormir un poco. Por la mañana vino Ana Suárez y me dio muchos ánimos. Las horas pasaban, y dilataba muy despacio, el niño venía rotado. Necesitaba moverme para colocarlo pero la epidural me había dejado insensible de cintura para abajo, así que hubo que bajar la dosis al mínimo y girarme cada media hora, como yo no podía Silvia y mi mujer me colocaban. Yo que suelo ser muy nerviosa, me sentía serena y con buen humor, gracias a ellas y a la intimidad del entorno ya que no parecía estar en un hospital.
Cuando por fin dilaté completamente, Silvia me ayudó a pujar en todas las posturas posibles, pero el nene se resistía. Yo estaba exhausta, pero yo creo que Silvia y mi mujer también. Más tarde vino la doctora Gómez, que en todo momento respetó mis decisiones a pesar de que el parto se estaba prolongando. Cuando estaba al límite de mis fuerzas Dídac llegó, me parecía increíble verlo allí y sentir como salía con su cabecita mirando hacia mi mujer que no pudo contener las lágrimas.
Hicimos el piel con piel en la misma sala, yo no había cogido un bebe tan pequeño jamás, fue increíble, estaba tan sobrepasada que no pude ni llorar. Pasado un rato el niño no lograba mamar, pero allí estaba Silvia para enseñarnos.
Del parto me recuperé en seguida y Dídac sigue tomando pecho, sanote y sin cólicos.
Sin duda repetiría una y mil veces.