Parto respetado en Madrid. Lidia
Parto respetado Madrid. El testimonio de Lidia
Hace 4 meses y medio que Irene vino al mundo y cada vez que recuerdo el día del parto me parece una experiencia imborrable para siempre en mi memoria.
Había vivido el parto anteriormente con mi hija mayor pero me recordaba postrada en una camilla, con unas contracciones que se dispararon cuando me pusieron oxitocina, y con una epidural que me cogió la mitad del cuerpo por lo que pasé mucho dolor durante el parto. En esta ocasión quería vivir la experiencia de otra forma y decidir a cada paso y por mi misma cómo quería pasar cada momento del proceso. Si nacer y ayudar a nacer es una de las experiencias más íntimas y auténticas de la vida, hacerlo de la manera más natural y respetada posible un regalo para nosotras y nuestros hijos. Una gran oportunidad para conocer nuestro cuerpo, respetarlo sin anticipaciones y vivir con la mayor intensidad un momento único en la vida.
Si dijera que no pasé dolor mentiría porque desde las 18h de la tarde que entré en la Unidad de Parto Natural en Madrid acompañada por mi marido y Silvia hasta que Irene vino al mundo a las 22h de la noche, las contracciones no me dieron tregua. Entré dilatada de 2 cm y en 4 horas las contracciones fueron muy seguidas. Sólo el agua caliente de la bañera conseguía apaciguar el inmenso dolor que sentía a cada rato mientras que el gas me ayudaba a concentrarme en respirar y coger aliento. Lo más importante: contar con el apoyo de mi marido y la compañía de Silvia que con sus palabras de tranquilidad conseguían darme ánimo para seguir hasta el expulsivo. Tuve momentos de debilidad pero cuando ya estaba extasiada de dolor, Silvia me dijo que había dilatado totalmente e Irene estaba a punto de salir. Colocaron un espejo en la bañera, y sin ningún tipo de intervención sobre mi me dijeron que tosiera en la siguiente contracción y así fue, como si de un milagro se tratara vi a mi hija delante de mi conectada a mi aún por su cordón umbilical, tan pequeña y resbaladiza. Su padre pudo cortar el cordón y yo abrazarla inmediatamente dentro de la bañera aún. Por fin, Irene había llegado al mundo haciendo honor al significado de su nombre, trayéndonos la paz después de tanto dolor.
La recuperación fue muy buena porque no tuve ningún punto y de hecho esa noche a pesar del cansancio me sentía muy feliz y en plena forma para atender a Irene. Que Irene cogiera el pecho fue un poco más complicado pero la visita de Silvia una semana después del parto me fue de gran ayuda y me dio confianza y muchos consejos para conseguirlo.
Me sentí poderosa por haber sabido gestionar el dolor ayudando a mi hija a nacer de la manera más natural y menos intervenida. Me sentí libre por haber decidido yo en cada momento la mejor postura en ese momento, libre de anestesias, agujas, vías de ningún tipo… por haber podido coger aliento al tomar agua o algún dulce cuando lo necesité acompañada de una música relajante que me ayudaba a concentrarme en el momento y a respirar.
A las futuras mamás que se lo estén pensando, si no hay ningún motivo por el que deban vivir su parto de otra forma, os animo a vivir esta experiencia que es única en la vida. Nuestro cuerpo sabe hacerlo. Gracias al equipo de matronas la Unidad de parto natural por hacerlo posible y por ayudar a tantas mujeres a vivirlo de esta forma tan especial. Ojalá algún día esta sea la manera más generalizada de ver nacer a nuestros hijos y no una excepción. Gracias.¡